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lunes, 11 de noviembre de 2013

Gastronomía sefardí. Sopa judía de pollo con mazis.

Sopa judía de pollo con Mazis.


En casa nos gusta cocinar y son horas las que pasamos entre las ollas preparando los más variados platos. Nos gusta conocer el origen de cada receta, su historia y procedencia y así darle un contexto al hecho de comer. Esta práctica favorece una mayor riqueza tanto de la gastronomía familiar como de la propia conversación. Acostumbramos a cenar todos juntos a una hora temprana, de tal manera que las prisas no estén invitadas. En invierno nos sentamos en torno a la mesa hacia las 20:30 horas y en verano una hora más tarde, aunque si son vacaciones no importa tanto el reloj.


En mi familia todas las comidas han sido familiares. No nos gusta que cada cual coma lo que quiera y cuando le de la gana. De hacerlo así perderíamos una oportunidad magnífica para hablar entre todos. Pero si además somos capaces de generar un interés añadido el resultado es magnífico. Claro que hay que reservar un tiempo para organizar y cocinar, una tarea que si se hace en compañía involucrando a todos los miembros de la familia, resulta sumamente grata. Es una terapia extraordinaria compartir este tipo de obligaciones.
Ayer tomamos una sopa judía de pollo extraordinaria. Conocemos la receta gracias a la familia holandesa de mi mujer. Mi suegra dice que es un plato de toda la vida, habitual en el recetario de esa parte del  sureste de su país. Es sabido que la presencia judía en los Paises Bajos es antiquísima y que en el siglo XVI un alto porcentaje de los sefardies que fueron expulsados por los Reyes Católicos de Castilla y Aragón eligieron este país como nueva residencia. Estas personas tenían un alto grado de cultura y durante siglos ocuparon los puestos más relevantes en la organización social de sus comunidades. Fue a consecuencia la guerra de los 80 años, a caballo entre el s XVI y el XVII cuando en Flandes los judíos españoles decidieron que se les conociera como “judíos portugueses”. No en vano los países bajos estaban en guerra con España con el objeto de recuperar su soberanía.
Si alguna vez paseáis por Amsterdam, no dejéis de entrar en la sinagoga de los portugueses. http://www.iamsterdam.com/es-ES/Ndtrc/Portugese%20Synagoge





En fin, a lo que vamos que se nos enfría la sopa. Este es un plato muy apreciado en la cultura judía, hasta el punto de que es la medicina preferida de toda madre con la que combatir todos los males y si es de pollo es el remedio milagroso. No hay comida de celebración que no comience con una buena sopa.
La particularidad de este consomé que hoy os presento es que está aderezada con “mazis o macis” .
Esto es la cáscara que recubre la nuez moscada.



Como veis en la imagen en su estado deshidratado es carnoso, aromático y de color naranja claro vibrante .
Su sabor y aroma son parecidos a los de la nuez moscada, aunque en el macis las fragancias son más florales y tienen un paladar mucho más suave, cálido y delicado.
Es utilizada en la gastronomía de la India y de la China, tanto en platos salados como en platos dulces. En Europa su utilización comenzó en épocas muy antiguas y desde entonces se usa en platos donde también se utiliza la nuez moscada, como por ejemplo, en purés de papas o patatas, en platos con huevos, en salsas, en recetas con quesos, en gratinados de calabaza, coliflor o brócoli, en guisos de cordero y de ternera, en estofados de carne, en recetas de arroces, en bizcochos de miel, en galletas de Navidad, en púdines  en cremas, en natillas, en gelatinas, en compotas y en chocolates . Si te interesa conocer más sobre el mazis clica aquí:


La receta es muy sencilla. En una gran olla cubrimos con agua un par de esqueletos de pollo junto a una cebolla grande, un puerro y una zanahoria. Añadimos sal, dos cortezas de mazis, pimienta negra recien molida y dejamos cocer a fuego lento entre 30 y 45 minutos. No hay que tener prisa. Mientras tanto cortamos trocitos pequeños de coliflor (aunque también queda de cine con brócoli o romanescu) un puerro y una zanahoria. Es conveniente dejar que se enfríe el caldo ya cocido y así desgrasarlo. En otra cacerola vertemos el consomé y de nuevo en el fuego añadimos las verduras y hortalizas que previamente habíamos cortado en pequeños daditos.
Añadimos perejil fresco, el seco que venden en tarritos sinceramente no sirve para nada. Debemos conseguir que las verduras queden un poco duras para que nos permita masticarlas y que no se hagan una pasta casi puré dentro de la sopa.



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